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ISAÍAS 52, 7-11 / HEBREOS 1, 1-6

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NAVIDAD

ISAÍAS 52, 7-11

Un canto guerrero, la alegría de la victoria, aplicado a victoria definitiva, la victoria del Reino de Dios, presente ya en Jesús.

 

¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que anuncia la paz,
que trae la buena nueva,
que pregona la victoria,
que dice a Sión: « Tu Dios es Rey »!
Escucha, tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén,
que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén:
el Señor desnuda su santo brazo
a la vista de todas las naciones
y verán los confines de la tierra
la victoria de nuestro Dios.

 

Es un maravilloso fragmento del "Libro de la Consolación", la tercera parte de la profecía que atribuimos a Isaías aunque se escribe dos siglos después, por los discípulos de su escuela.

La situación histórica es precisa. Los judíos desterrados en babilonia ven cerca su salvación. Viene Ciro, rey de los persas, a terminar con el imperio de Babilonia, a libertar al pueblo desterrado. Se ve venir la salvación, se canta la liberación inminente.

El estilo es soberbio. Este discípulo de Isaías es un espléndido teólogo y un magnífico poeta. Merece la pena leer despacio todo este "segundo libro" de Isaías. Los centinelas rompen a cantar a coro, porque ven venir la Salvación, el poder de Dios Libertador. Un mensajero trae la Buena Noticia, la paz, la victoria. ¡Que canten a coro las ruinas de Jerusalén!

La Iglesia utiliza frecuentemente estos textos, trasladando su sentido a Jesús, pasando de la liberación material del pueblo desterrado a la liberación espiritual del pueblo, del libertador político a Jesús, Libertador del pecado, del reino restaurado y la Jerusalén reedificada al Reino de Dios y la humanidad liberada.

 

HEBREOS 1, 1-6

Jesús leído desde los tópicos del Antiguo Testamento "sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas".... Pero nosotros lo vemos envuelto en pañales y acostado en el pesebre.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.

Él es el reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: "Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado" o: "Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo"? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito dice: "adórenle todos los ángeles de Dios".

Es un antiguo tratado - se puede fechar sin duda como anterior al año 70 - escrito por algún autor cercano al círculo de Pablo. Se esfuerza en presentar a Jesús como culminación y plenitud del Antiguo testamento.

En este texto se nos ofrece una poderosa síntesis teológica de la fe en Cristo de aquellas primeras comunidades cristianas. Cristo culminación de los Profetas, eje y sentido de la creación, reflejo de la gloria del Padre, salvador de los pecados, que triunfa ya a la derecha del Padre, superior a los mismos ángeles. Es todo un admirable tratado sintético de Cristología.

 

José Enrique Galarreta, S.J.

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